Hola amiga:
En honor a los años que nos conocemos, te escribo esta carta de amistad para hacerte saber los buenos sentimientos que te prodigo dentro de mi corazón.
Supiste día a día ganarte mi confianza, hacerte compañera de los sinsabores, cómplice de las alegrías. En un mundo de indiferencia y envidia, logramos juntas edificar un mundo perfecto, un oasis sagrado en el que pudiéramos ser nosotras mismas y descansar en la confianza y la comprensión. A pesar de las turbulencias defendimos con entereza nuestro lugar. No cedimos ante los compromisos, la falta de tiempo, el trabajo. Siempre pudimos encontrar un momento en el que nos reuniéramos a compartir nuestras experiencias. Y eso es importante, importantísimo.
Cuando miro alrededor y veo lo difícil que se hace la vida, lo empinada que es la cuesta, sonrío por dentro pensando "no estoy sola, tengo una gran amiga en la cual apoyarme". La verdad es que hay ciertos trayectos de la vida que no hubiera podido transitarlos sola. Tuve momentos de franca desesperación en los que tu mano salvadora llegó justo a tiempo, o en los que tus palabras de aliento sirvieron para que no cayera.
Hoy, mirando hacia atrás, me maravillo de esas experiencias, casi lloro con nostalgia y admiración por tu fortaleza y dedicación. No sé cuánta gente podrá decir esto de otra persona, ojalá que muchas, pero lo que en realidad siento es que no existen demasiadas personas como tú en este planeta y agradezco a Dios que te haya puesto en mi camino.
Si hay algo divino en los seres humanos es la capacidad de apiadarse, de ayudar, de levantar al caído y eso es lo más maravilloso que puede haber sobre la tierra. Lo más maravilloso para el que practica la amistad tanto como para el que la recibe. En mi caso me hizo darme cuenta que no estaba sola en el mundo, que es tal vez uno de los mayores sentimientos de desolación que pueda existir.
No sentirse sólo es ser feliz, es sentirse protegido, es saber que a alguien le importa lo que te esta sucediendo. Piénsalo por un instante, ¿no es increíble? Parece algo sencillo pero en realidad es de una profundidad y una complejidad insondable. Hay muchas personas solas y sería estupendo que comprendieran que un gran amigo es una fuente inagotable de amor y calor.
Y que más vale prestarle atención a eso que a cualquier otra cosa en la vida pues ¿Qué clase de vida tienes sino aún en medio de la riqueza? Hacer un culto de la amistad es la obra más grande que puede emprender un hombre y eso es lo que hemos hecho nosotros. Sembrar, cultivar y dejar que florezcan miles de momentos mágicos.
Hoy pensé en ti, tal y como hago a diario. Me hiciste creer en aquello que creía perdido o creía no era para mí; el derecho a una amistad como la tuya. Hemos llorado y reído juntas hemos suspirado de alegría y de emoción no importando la ocasión. Tus palabras han sido las que han abrazado mi alma en noches de soledad y desconsuelo. Me enseñaste que las lágrimas de vez en cuando son buenas y que con ellas aprendemos a purificar nuestra alma y espíritu.
Demostramos que una verdadera amistad no conlleva necesariamente años, sino que se forma de momentos y experiencias especiales como las que tú y yo hemos compartido en poco tiempo. Me demostraste tu cariño siempre que podías. Me enseñaste a quererte de manera sin igual y a conocerte cada día más.
No importa que estemos lejos, nuestra amistad trasciende las barreras y desafía la distancia. No necesitamos decir una palabra cuando algo sucede pues nuestro silencio nos delata y es nuestro corazón el que por nosotras habla. Eres increíble, especial y por eso hoy te digo que conmigo siempre puedes contar. Sólo recuerda el no dudar, que eres mi gran amiga del alma.Te mando un fuerte abrazo y un saludo desde el fondo de mi corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario